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Museo Nacional de Artes Visuales

Catálogo de la muestra 'La fe y el arte'
Segunda sección

Perugino PEDRO DE CRISTÓFORO VANUCCI<br>CRUCIFIXIÓN, 1496ca.<br>Témpera sobre pergamino<br>38 x 28 cm - Catálogo de la muestra 'La fe y el arte' - Segunda sección - Museo Nacional de Artes Visuales

Perugino PEDRO DE CRISTÓFORO VANUCCI
CRUCIFIXIÓN, 1496ca.
Témpera sobre pergamino
38 x 28 cm

Catálogo de la muestra 'La fe y el arte'
Segunda sección




"A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único que está en el seno del Padre, él lo ha contado " (Jn. 1:18)


La completa existencia de Jesús de Nazaret se propone como parábola de revelación. Ella se desarrolla entre dos polos: la Encarnación y el Misterio Pascual, que confieren a la Humanidad de Jesús y a los misterios de su vida -desde la concepción al nacimiento, al bautismo en el Jordán, a la predicación, a los milagros, hasta la muerte en la cruz, a la resurrección y a la ascención- un valor de salvación absoluto.


"Yo soy la Vida" dice. "Nadie va al Padre sino por mí".(Evangelio de San Juan 14.6)


El primer testigo del misterio del Hijo es María, la mujer desde la cual, en la plenitud del tiempo, ha nacido Jesucristo (cfr Carta de San Pablo a los Gálatas 4,4). Ella es el modelo para los creyentes. Antes de morir en el cruz, Jesús la ha dado como madre a sus discípulos (Ev. de San Juan 19,26-27)

Esta articuladísima sección quiere resumir, con obras de alta espiritualidad, siendo también muy diversa en la forma, la continua fuente de inspiración que los singulares episodios de la vida de Cristo y de la Madre tienen para el creyente.

Son de diversas procedencias y en algunos casos casi prestigiosa, como las obras sirias conservadas en el tesoro de Sancta Sanctorum en Laterano.

En la Anunciación de estilo bizantino, en la cual aparece María intentando tejer la púrpura para el velo del templo, se alterna la mas habitual iconografía del quattrocento desde una lámina en plata de un cubrelibros, en la cual la Virgen esta rezando.

El Nacimiento aparece en cambio en la forma "real" de la Virgen en el trono, sobre un sarcófago paleocristiano o en la visión mas humana de la maternidad en un fragmento Sirio donde María aparece distendida luego del parto, mientras Jesús en el pesebre está envuelto en el paño púrpura, símbolo ahora de su realeza.

Completamente diferentes en su carácter popular, son los sujetos de la Adoración de los pastores, que oscilan entre la gracia de un cuadro del pintor barroco Murillo y la espontaneidad rústica de un pesebre moderno. El bautismo de Cristo, está ejemplificado por dos obras, que por pertenecer a contextos culturales totalmente diferentes, destacan el componente simbólico del rito: una pintura del seiscientos francés de Pierre Louis Cretey y un cuadro contemporáneo de Giovanni Consolazione.

Los episodios de la vida de Cristo, milagros y predicaciones se muestran sobre dos sarcófagos paleocristianos y sobre un precioso cofrecito relicario en esmalte de Limoges del S. XIII.

El epicentro de la completa sección cristológica, la Pasión y Resurreción de Cristo, está ilustrada en sus singulares momentos con una vastísima serie de obras que varían desde la miniatura a las pinturas medioevales, las renacentistas hasta un esmalte limosino y un refinado relieve en marfil.

De excepcional presencia una Piedad en relieve de mármol, cuya idea y parcial realización corresponde a Miguel Ángel, quizás realizada por Vittoria Colonna, en la cual el gran artista florentino se remite -por la imagen de la Virgen- al antiguo modelo del "orador".

Un raro esmalte de Limoges, del Renacimiento tardío ilustra un tema poco usual en la pintura, el Descenso de Jesús al Limbo, inspirándose en una xilografía de Albrecht Durer.

La cruz, testimonio clave de la fe cristiana, está presente en diversas acepciones, que van desde un pequeñísimo relicario romano de oro del S V , a una cruz procesional renacentista de ámbito toscano.

Al tema de la Pasión se refieren algunas obras de carácter devocional, ellas simbolizan al Cristo "hombre de los dolores", el Hombre presente, en una pintura de principios del seiscientos, del artista jesuita Daniel Sehgers, secundado por la corona floral de Erasmus Quellinus y el Cristo muerto, en dos pasos, el instrumento litúrgico que es ofrecido por el sacerdote al beso de los fieles antes de la comunión, el Cristo glorioso luego de la Resurrección está presentado en cambio en dos iconografías: una Majestas Domini medieval en marfil, probablemente de ámbito lombardo con influencia bizantina y una gran tela del cinquecento de estilo de Correggio que recrea el mismo sujeto de Rafael sobre la Disputa del Sacramento en los Palacios Vaticanos.

Para la sección dedicada a la Virgen se señala en el una Virgen, pequeño icono portátil para la devoción privada, perteneciente al S. XI, un delicado medioeval en marfil con escenas de la vida de la Virgen, una capa bordada en "opus anglicanum", elaboración inglesa de fines del S XIII y finalmente dos imágenes típicas de la Virgen con el Niño de ámbito toscano renacentista.

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