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Museo Nacional de Artes Visuales

Estudio, c.1899



Nº de Inventario: 333
Título: Estudio
Artista: Carlos Federico Sáez (1878-1901)
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 54 x 46 cm
Realizado: c.1899
Ubicación: Museo Nacional de Artes Visuales
Exhibición: Sala 2

Estudio, c.1899

Sáez escoge a Italia como locación para su formación artística. Su pasaje por la Academia fue sin embargo corto. Eligió una tendencia en boga y en consonancia con su propensión creativa, los macchiaioli (emparentados en cierta forma con los impresionistas). Hizo propias las pinceladas sueltas de factura abocetada, las manchas agitadas en cromatismos vibrantes, en clara adhesión visual a lo instantáneo. Esos fondos sueltos ya se observan en sus pasteles, pero fue sobre todo en sus obras en óleo, posteriores a 1897, que el entorno de pinceladas se complementa otorgando a las composiciones un juego de dinamismos entre la factura de sus sus modelos y los entornos más libres que en general les adjudica. Estudio (1899) es un vivo ejemplo de ello. Retratista de su familia (apoyado en infinidad de apuntes y dibujos), con siluetas de cuerpo entero de sus amigos, bustos en sus modelos, va optando en todos ellos por concentrarse en los rostros, nunca neutros en interioridad. Esta obra es uno de los ejemplos donde la organización del espacio es piramidal, el rostro es preciso pero las pinceladas van desmaterializándose hasta rodear a la figura en un fragor de fuerte impulsividad. El modelo tiene un rostro que refleja esa expresión ensimismada y que hace que las figuras de Sáez se muestren incomunicadas con quien mira, en la expresividad de una intimidad intransferible y no compartida. Sus figuras, como en Estudio, proyectan seres de su tiempo: los atuendos y accesorios dan cuenta de ello. El entorno del modelo va desde un empaste de materia contundente a ligeros y mínimos espacios donde observamos el soporte. Contrasta la oscuridad y seriedad de la figura con las pinceladas de colores vigorosos alrededor. En esta obra, especialmente sobre la cabeza del modelo, las pinceladas se engrosan y corren con una modalidad que justifica la atención que muchos artistas, calificados como matéricos, varias décadas después le pusieron a las obras de Sáez, en quien reconocen una raigambre común.

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