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Museo Nacional de Artes Visuales

Fantasías africanas
Carlos Páez Vilaró
100 años

Foto: Carlos Páez Vilaró pintando el mural "Raíces de la paz" en la OEA, Washington, 1960. - Fantasías africanas - Carlos Páez Vilaró - 100 años - Museo Nacional de Artes Visuales

Foto: Carlos Páez Vilaró pintando el mural "Raíces de la paz" en la OEA, Washington, 1960.

Fantasías africanas
Carlos Páez Vilaró
100 años


Detalle

05 de Oct, 2023 – 25 de Feb, 2024
Museo Nacional de Artes Visuales
Sala 4



Si alguien puede sustentar las características altamente distintivas de la autoformación con sus consecuencias inevitables de dificultades comunicativas en el mensaje, es este artista múltiple: es el paradigma del autodidacta. Como condición primera un desprejuicio sin par, un desparpajo ingenuo unido a una condición de trabajo excepcional...

José Pedro Argul


Carlos Páez Vilaró es un caso particular en el relato incompleto de arte uruguayo, esta característica que define a la gran mayoría de los artistas que integran la generación de creadores nacidos en torno a la década del 20, parece adquirir en la figura de Vilaró un carácter inusitado, que por momentos trasciende los rasgos típicos que definen a los artistas uruguayos (y que de alguna forma distinguen a esa generación), como también los espacios que delimitan el accionar de las artes visuales.
En la persona de Carlos Páez Vilaró se articula una dialéctica única y original en la cultura uruguaya: una real y gran popularidad. El conocimiento y admiración de su persona y obra trascienden los espacios de las artes visuales, y se contraponen a una suspicacia generalizada y en algunos casos menosprecio de gran parte de la Intelligentsia uruguaya.
Carlos Páez Vilaró es parte de una generación fundamental de artistas visuales uruguayos, integrada por figuras excepcionales, entre las que destacan Juan Ventayol (1915-1971), María Freire (1917-2015), Raúl Pavlotzky (1918-1998), Rómulo Aguerre (1919-2002), Alfredo Testoni (1919- 2003), Washington Barcala (1920-1993), Nelsa Solano Gorga (1921-1984), Manuel Espínola Gómez (1921-2003), Gonzalo Fonseca (1922-1997), Hilda López (1922-1996), Jorge Páez Vilaró (1922- 1995) y Américo Spósito (1924-2005).
Carlos Páez Vilaró de forma general y dentro de su condición de autodidacta (como varios de sus colegas), procesó una evolución estético formal que de forma esquemática definió a esa generación: la práctica durante la década de los 40 y parte de los 50, de una figuración realista, que recreaba ciertos aspectos de la tradición del arte moderno y un vuelco entre fines de los 50 y comienzos de la década siguiente a una pintura de vanguardia, definida por la abstracción informal.
En ese sentido, el artista fue un actor fundamental dentro de la vanguardia uruguaya, fundando y participando de las actividades del Grupo 8, exponiendo en espacios comprometidos con la nueva estética y participando en eventos internacionales que representaron oficialmente al Uruguay, como fue la Bienal de San Pablo (1965).
De forma general la crítica especializada acompañó y elogió su recorrido artístico, incluyéndolo dentro de los relatos que caracterizaban el arte en esos años.

Sin embargo, desde fines de los 60 y en particular con la construcción de Casapueblo, Carlos Páez Vilaró estuvo asociado y definido por la geografía y la vida social de Maldonado y Punta del Este, y en particular al sublime paisaje de Punta Ballena, donde se encuentra esta original construcción. Casapueblo se transformó rápidamente en una imagen identitaria (y turística), de Punta del Este y del Uruguay.

Así, Carlos Páez Vilaró fue visto de una cierta forma por la Intelligentsia uruguaya y montevideana que lo encerró dentro prejuicios, mal entendidos y lugares comunes.
Esta percepción lo definía como un productor de un arte epigonal, derivativo y funcional, complaciente con un público determinado y con el mercado, consecuencia de un accionar delimitado por el universo superficial de la vida estival y la farándula de la industria del espectáculo y la cultura popular del carnaval.
A su vez el artista contribuyó a alimentar y a crear un mito de su vida de creador nómade, forjado a través de sus interminables viajes, que se proyectaban a través de sus infinitos relatos escritos, como una saga jalonada de eventos, encuentros y de amistades con personalidades descollantes, complementado con una presencia permanente en los espacios de los medios de comunicación, no vinculados estrictamente a la crítica especializada.
La exposición antológica Fantasías africanas - Carlos Páez Vilaró 100 años, no busca rescatar al artista del ostracismo o de un posible olvido, porque como sabemos su obra es conocida como ninguna por la sociedad uruguaya en su conjunto y a nivel internacional.
Por el contrario, el centenario del natalicio del artista es propicio para conmemorar la figura del creador singular, y en ese sentido este proyecto busca a través de una selección de más de 50 obras señalar y destacar la importancia y la originalidad de su producción artística dentro del panorama de las artes visuales americanas.
El Museo Nacional de Artes Visuales, nuestra institución museográfica más importante, es el marco ideal para presentar y destacar este original proyecto artístico.
Como sabemos, este proyecto se desarrolló en tres grandes espacios de la cultura: la música, la literatura y las artes visuales (con un apartado en el cine y la arquitectura).
A su vez, dentro de las artes visuales se destacan dos medios fundamentales: la pintura y la cerámica, aunque también el artista incursionó en la escultura.
La exposición Fantasías africanas en su relato curatorial solo presentará su labor dentro de las artes visuales o plásticas y en particular dentro de la llamada pintura de caballete, ya que como sabemos, Carlos Páez Vilaró fue el muralista más importante del Uruguay.
Esta elección surge del entendido que la práctica pictórica, definida por su pasión por África y su cultura, constituyeron la columna vertebral de su accionar como creador.

Manuel Neves
Curador