Museo Nacional de Artes Visuales

La serie de frutas y flores, de difícil datación, parecen corresponder a los últimos años de la vida de la artista, ya sin sus maestros y amigos entrañables. Configuran una madura síntesis donde regresa a su paleta más atrevida: violetas, azules, naranjas y amarillos de sus etapas tempranas. Son piezas de pequeñas dimensiones pero de ineludible seducción en su factura. Petrona Viera cambia hacia otras formas de la cotidianidad, vacía de personajes, aunque latente en la dimensión privada de su entorno doméstico. Los motivos son en apariencia sencillos, deteniéndose en la excusa de las flores y las frutas, en una experiencia vital pero también melancólica. La desvinculación progresiva en sus últimos años de los círculos expositivos parecería reforzar la idea de concentración y hasta cierto punto de "simplificación temática", pero no la constancia de su creación y trabajo cotidiano.